La historia cuenta que en 1948, el prior de la Carthusia de San Giacomo encontró viejas fórmulas de perfumes, y que con permiso del Papa, se la reveló a un químico del Piamonte, que de esta manera creó el laboratorio más pequeño del mundo, llamado Carthusia
Hoy la tradición se perpetúa. En la limitada producción se usan los métodos de los padres de la Carthusia, utilizando sólo materias primas naturales de alta calidad envolviendo incluso a mano el producto terminado.